Hay ciertas cosas que todo ser humano está llamado a experimentar, me refiero a cosas físicas, relacionadas con los sentidos.
Son cosas que aunque yo quiera evitarle a Cocoliso las hará. Una madre se puede poner como se ponga, andar con mil ojos… La curiosidad de un niño suele ser atómica.
Son esas sensaciones que basta con experimentar una sola vez, para no reiterar en lo mismo. Tú ya has cogido sentío.
Han pasado muchos años de todo aquello, pero puedes revivir la sensación y evocar tu alegre inocencia. Vamos a ello:
El sabor de la colonia. Uno cierra los ojos y puede sentir en el paladar el regusto a quemazón de alcoholazo que te llena la boca. Aquello huele estupendamente y una cosa lleva a otra, es esa engañifa de los sentidos: algo te entra por el olfato o por los ojos y es irresistible llevárselo a la boca. Da igual que tu madre cada vez que hacías amago te dijera: eso ni se te ocurra…. Tú vuelves a dejar el bote en su sitio sabiendo que ya encontrarás la ocasión…
Movido por la misma engañifa sensorial pegas un bocado a una goma de borrar, no sabes bien qué esperas encontrar, pero la textura, el olor y el color pastel te mueven al empirismo…..
Una vez en tu vida, la primera y última, te tragarás la pasta de dientes, el resto de tus días te cuidarás muy bien de escupirla….
Ocurre también con los chicles, alguna vez será un accidente, pero en una única ocasión y en un acto de rebeldía querrás experimentar el tragártelo tu solo, normalmente se te queda una cara de sopazas pensando: y ahora qué?
La misma cara que cuando acercas la lengua a algo sacado del congelador, o al congelador mismo, tu lengua se queda pegada y pasas unos segundos de agonía…. Hay algo en todo la estampa que te resulta vergonzante y si te cazan en delito sabes que la reprobación consistirá en un adjetivo calificativo simple y llano, como tu madre los dice.
En otras ocasiones es el ansia de lo que tu madre tan sabiamente te raciona…..te ves un día con un bote de colacao rodeado por tus anhelantes bracitos, llenas una cuchara hasta el triple de su capacidad y te la atizas en la boca con la adrenalina disparada.... Tu flipe es espectacular cuando descubres que tu boca y tu nariz andan conectados. El cacao en polvo sale por tu nariz, tienes la boca a rebosar de chocolate y estás tosiendo medio ahogado…..
Sentir un calambrazo. A pecho palomo. Yo he metido los dedos en un enchufe porque, esos dos agujeritos en la pared, llaman poderosamente la atención de un niño, sobre todo viendo la reacción histriónica de los adultos cuando te acercas a ellos…. No te dejan más remedio que probar a ver……
Ves una vela encendida con un líquido denso bajo la llama….metes el dedo y te quemas, pero pasa rápido, lo que tienes en el dedo deja de ser transparente y puedes desprenderlo sin dejar mancha, y con tus huellas dactilares (ohhh¡¡!!) Con esto normalmente pruebas varias veces, fascinado, hasta que en tu locura investigadora sueles derramar el líquido en algún lugar textil, del que la cera ya no sale tan fácil….tu madre no suele entender la gracia….
Hay cosas que experimentas mientras estás absorto en otra….normalmente atocinado viendo la tele. Una de ellas es quitarte una legaña reseca del ojo y descubrir que puedes estirar muchísimo el lagrimal hacia tu nariz, te da una sensación curiosísima, si además tienes el dedo sucio de la calle, te acaba escociendo bastante el ojo que suele acabar lloroso. Has aprendido una lección de asepsia sin que nadie te diga nada…..
En esa misma postura de chulina de la vida, con una pierna encogida en el sofá reparas en la costra de tu rodilla, ya reseca y muy oscura, comenzarás a levantar con la uña uno de los extremos y harás una labor de insistencia malaya hasta que te la desprendas del todo: Un trabajo limpio, pensarás. Porque sabes que hay veces que en el proceso te vuelves a hacer sangre, con lo que hay costras que te acompañan toda tu infancia en las rodillas, de la misma caída…..
Si no te da con la costra, te da con un uña que se te ha roto, te llevarás el trozo partido a los dientes y tirarás de lado, el dolor es tan fino que en tu vida adulta no hace falta ni recrearlo, le ves la uña así a alguien e instintivamente dices: eso no te lo arranques….a ver si llevo por aquí una lima…..
Como la infancia es experimentar y experimentar haces las cosas más inverosímiles: pasar una goma de los huevos alrededor de tu dedo índice, dando muchas vueltas….hasta que se te pone muy rojo….Cuando te quitas la goma, tu dedo tiene un montón de marcas hendidas y tú las acaricias para notarlas: alaa… De adulta te quitas una goma del pelo te la pones en la muñeca y si te aprieta mucho piensas: ni de coña, al bolsillo…..
Se me ocurren muchas más y seguro me olvido de otras: el sabor de una pastilla de jabón, la desagradable sensación de mojarte las mangas de un jersey de lana, chupar la suela de un zapato, pintarte toda la piel con un rotulador que no sale con agua, hundir el pie hasta el tobillo en las juntas del sofá….
Estas cosas no las vuelves a hacer nunca porque efectivamente la experiencia es un grado. Pero lo cierto es que una vez las hiciste y las podrías volver a hacer…a riesgo de lastimarte, o de pasar un rato extraño, o de parecer gilipollas total.
Lo único que no puedes volver a hacer porque todos hemos olvidado la técnica son las curiosas y entrañables pompas de saliva…..
Tú puedes de adulto calzarte un tequila, que no se diferencia mucho de la colonia, quitarte una costra….pero lo que no vuelves a hacer nunca de adulto, ni en la intimidad, ni con tus amigos, ni con una pareja con la que sales a cenar es decir: atiende, atiende…mira que pompazo te voy a hacer con la saliva…porque aunque quisieras, ya no sabrías hacerlo.
Cómo es posible que montar en bici nunca se olvide….y este control de fluidos cuya técnica dominabas se haya borrado de tus habilidades??